Ramo de flores, zapatos de recambio, fotografías con papa, mama, hermano, amigos, familia… y bajé. A ritmo de traca, olor a pólvora y los ojos llenos de lágrimas bajaba las escaleras despidiéndome de la casa que me había visto crecer. ¿Y en la calle? En la calle estaban mis amigas, amigos, mis compañeras de trabajo, mis familiares aplaudiendo como locos y emocionados como yo.
Emocionada y del brazo de mi padre llegamos a la ceremonia civil en un cerrar y abrir los ojos, la boda continua y parece que se acelera todo.
Momentos especiales: LA CEREMONIA
Comencé a caminar por el pasillo nupcial, mi prima pequeña llevaba los anillos delante de mí, nos llevamos 19 años, pero cuando estoy con ella es como si tuviera 15.
Un fuerte viento movió todo el velo, pero mi padre sacándonos del apuro, lo sujetó por detrás como pudo y comenzamos a caminar. Levanté la mirada y allí estaban, amigos de la infancia, familiares, amigos de José, gente que hacía mucho tiempo que no veía… ¡Estaban allí! No podía creérmelo y me derrumbé, me puse a llorar de felicidad, estaba feliz, muy feliz de que aquello estuviera pasando, estaba a punto mi padre de entregarme a Jose, estaba a punto de casarme.
Y al final del pasillo, ella, mi abuela materna, Carmen, con su olvido, sentada en su silla y con sus mejores galas. Me acerqué a ella y la miré, se emocionó, tanto como lo hago yo ahora al recordar ese momento. Pero lo mejor estaba por llegar, levanté la mirada y allí estaba él novio. Emocionado, elegante, guapo, radiante, feliz y siendo tan él, José, la mejor persona que la vida me ha podido poner en el camino. Al vernos nos abrazamos y lloramos, había llegado nuestro día, el día que esperábamos 8 años, el día de la boda estaba marcando sus primeros compases.
Para nosotros los discursos de la boda, era un momento muy importante, tanto que no dudamos ni un momento quienes serían los elegidos para que hablar ese día, personas que nos querían de corazón, que conocían nuestros defectos y virtudes y que conocieran nuestra historia desde el principio. Nuestros hermanos y nuestros mejores amigos, cinco personas en total que nos emocionaron tanto a los novios como al resto de invitados que estaban allí, porque no fueron las palabras elegidas para el discurso, fue lo fuerte que hablaron sus corazones para hacer especial esa ceremonia que sin duda sin ellos no hubiera sido igual.
¡SI QUIERO! Si queríamos que aquel día ocurriera, ¡SI QUIERO! repetir, ¡SI QUIERO! una boda por lo menos tan bonita como la que he tenido y no pensábamos desde lo más profundo de mi corazón que iba a ser así, fue mejor de lo que esperábamos. El lugar superó las expectativas, Masía Niñerola, sus espacios, la forma en que nos trataron y la cercanía que tuvieron y por la cual nos decidimos sin hacernos dudar desde el minuto 1, una masía de bodas con mucho encanto, una masía de bodas muy especial, un olor a naturaleza que amplificado por mi encierro me hace llorar.