Reportaje de boda en Dominio de la Vega:
MAria & Ángel | 11 Octubre del 2025
Una historia sencilla y verdadera, contada desde dentro.
MAria & Ángel | 11 Octubre del 2025
Este reportaje de boda es un ejemplo de nuestro trabajo como fotógrafos y videógrafos en Dominio de la Vega. Puedes ver más bodas en este lugar en nuestra guía de bodas en Dominio de la Vega, o explorar otros lugares en nuestra guía completa de masías en Valencia.
Nos gusta pensar que cada boda empieza mucho antes del sí. En esta, la de María & Ángel en Dominio de la Vega, sentimos que veníamos caminando juntos desde otro día que también nos marcó: cuando el 3 de junio de 2023 acompañamos a Inés & Enrique. Nos reencontramos aquí, en la misma orilla de las ganas y de la calma, con la certeza de que las historias que se cruzan se cuidan de una manera especial.
Ellos eligieron este lugar porque habla en voz baja. Dominio de la Vega tiene ese modo de estar que invita a respirar y mirar. Nosotros fuimos para estar cerca, para contar sin interponernos, para sostener con nuestra fotografía de bodas lo que sucede cuando dos personas deciden cuidarse para siempre y el tiempo, por fin, se sienta con ellos.
Ellos eligieron este lugar porque habla en voz baja. Dominio de la Vega tiene ese modo de estar que invita a respirar y mirar. Nosotros fuimos para estar cerca, para contar sin interponernos, para sostener con nuestra fotografía de bodas lo que sucede cuando dos personas deciden cuidarse para siempre y el tiempo, por fin, se sienta con ellos.
Llegamos con la memoria reciente de otras historias compartidas y con la certeza de que esta vez debíamos abrir paso a los suyos. La prioridad era clara: primero los hermanos y el amigo, luego el sacerdote, después el resto. Desde ahí construimos la narración, pegados a su respiración y a cada gesto que acompañó las palabras.
“Voy a intentar decir brevemente lo que significas para mí… Estoy orgulloso de la persona que eres y del padre en que te has convertido”, dijo el hermano del novio, con esa mezcla de nervio y ternura que atraviesa cualquier sala. “Siempre estamos mano a mano en el trabajo… pero quiero que sepas que te quiero; estaré ahí para lo que necesites”, remató, directo, sin adornos.
“Voy a intentar decir brevemente lo que significas para mí… Estoy orgulloso de la persona que eres y del padre en que te has convertido”, dijo el hermano del novio, con esa mezcla de nervio y ternura que atraviesa cualquier sala. “Siempre estamos mano a mano en el trabajo… pero quiero que sepas que te quiero; estaré ahí para lo que necesites”, remató, directo, sin adornos.
Hubo risas en mitad del nudo: “Por cierto, Ángel, estás muy guapo. Se nota que te pareces a mí”. Un respiro, la sala se aflojó, y enseguida volvió al centro: “Eres la pareja ideal para mi hermano y la madre perfecta para Sergio”. Lo dijo mirando a María, como quien entrega una llave. “Gracias por hacerlo feliz.”
Del lado de María, la voz del hermano mayor sonó como su casa: “Aunque no esté a tu lado día a día… eres el pilar fundamental de mi vida y de la nuestra”. Paró, tragó saliva. “Con tan solo 18 años, cuando llegó Gonzalo, renunciaste a momentos de tu juventud para cuidarlo… No tendrá vida para agradecértelo.” Luego miró arriba: “Sé que físicamente no está, pero no nos suelta de la mano, y lo sabes.” En la iglesia se hizo un silencio agradecido.
Hubo también memoria compartida hacia Ángel. “¿Te acuerdas cuando paseabas por delante de mi casa con la camiseta de Iberomovic? Llegaste para darnos paz y tranquilidad”, siguió el hermano de María, con una sonrisa que todos entendieron. “Eres el complemento perfecto para ella. Gracias por cuidarlos.” Lo dijo despacio, como quien coloca un marco en la pared.
Del lado de María, la voz del hermano mayor sonó como su casa: “Aunque no esté a tu lado día a día… eres el pilar fundamental de mi vida y de la nuestra”. Paró, tragó saliva. “Con tan solo 18 años, cuando llegó Gonzalo, renunciaste a momentos de tu juventud para cuidarlo… No tendrá vida para agradecértelo.” Luego miró arriba: “Sé que físicamente no está, pero no nos suelta de la mano, y lo sabes.” En la iglesia se hizo un silencio agradecido.
Hubo también memoria compartida hacia Ángel. “¿Te acuerdas cuando paseabas por delante de mi casa con la camiseta de Iberomovic? Llegaste para darnos paz y tranquilidad”, siguió el hermano de María, con una sonrisa que todos entendieron. “Eres el complemento perfecto para ella. Gracias por cuidarlos.” Lo dijo despacio, como quien coloca un marco en la pared.
Y habló Christian, el amigo de siempre, trayendo infancia y lealtades: “Si tuviera que definir a mi amigo con una sola palabra, sería bondad… y si me dejas añadir una más, diría lealtad.” Recordó “las vueltas con la motillo verde” y las escapadas de escalada, hasta llegar al presente: “Desde el primer momento los vi juntos y supe que hacían un gran equipo… Hoy me llena de felicidad verlos aquí.” Cerró como se cierran los brindis de verdad: “Os quiero mucho. ¡Que vivan los novios!”.
El sacerdote no pasó de puntillas. Puso contexto, puso historia. “Hace 11 años se conocieron en el Rebollar, trabajando los dos”, contó, mirando a las primeras filas. “Hubo un momento muy significativo: operaron a Ángel y recibió la visita de María… él pensó que sería la mujer de su vida.” Luego, les devolvió su propio retrato: “Ángel, hombre de trabajo; María, familiar, la que organiza la vida y trae la paz.” Y alzó la vista: “Desde el cielo también tu padre, con una sonrisa, está bien contento en este preciso momento.”
En mitad de la ceremonia, las palabras grandes se dijeron con la sencillez de siempre. “Yo, Ángel, te quiero a ti, María, como esposa… prometo ser fiel en la prosperidad y en la adversidad”, escuchamos, y luego la respuesta espejo de María. Llegaron los anillos, “ese signo visible de un compromiso sin principio ni fin”, y después las arras, “ya no lo mío o lo tuyo, sino lo nuestro”. Aplausos, respiraciones, manos que se aprietan.
Todo lo demás orbitó alrededor de esas voces. El centro de flores sobre la mesa del sacerdote, igual que en las fiestas patronales del Rebollar en recuerdo de su padre; otro centro en el paso del Descendimiento al entrar. Pequeños altares privados que contaban más de lo que mostraban.
Afuera, Dominio de la Vega sostuvo la celebración con su manera de estar. El vestido de Pronovias acompañó los movimientos de María sin reclamar foco; los zapatos de LoovShoes aguantaron abrazos y baile; la floristería de Adri trajo tonos azules y naturales, modernos y sencillos, como habían querido. Suitart dejó música en la iglesia que arropó cada frase; más tarde, Audioled puso sonido y noches largas; Garzarán cuidó la mesa con oficio. Todo encajó porque nada quería brillar por encima de lo que se dijo.
Todo lo demás orbitó alrededor de esas voces. El centro de flores sobre la mesa del sacerdote, igual que en las fiestas patronales del Rebollar en recuerdo de su padre; otro centro en el paso del Descendimiento al entrar. Pequeños altares privados que contaban más de lo que mostraban.
Afuera, Dominio de la Vega sostuvo la celebración con su manera de estar. El vestido de Pronovias acompañó los movimientos de María sin reclamar foco; los zapatos de LoovShoes aguantaron abrazos y baile; la floristería de Adri trajo tonos azules y naturales, modernos y sencillos, como habían querido. Suitart dejó música en la iglesia que arropó cada frase; más tarde, Audioled puso sonido y noches largas; Garzarán cuidó la mesa con oficio. Todo encajó porque nada quería brillar por encima de lo que se dijo.
Lo esencial quedó claro: son una familia que se elige cada día. En su brief lo definieron sin rodeos: no acostarse enfadados, respeto como norma, y ganas de que los suyos disfruten. “Querernos y respetarnos, y luchar por nuestra familia”, habían escrito cuando les preguntamos cómo se imaginaban el futuro. Mencionaron su caravana, la escalada, y ese “vernos por primera vez en la iglesia” con Sergio de la mano como instante esperado. Al final, todo sucedió así: sin prisa, sin ruido.
Como reportaje, lo construimos desde las palabras. Por eso, en nuestra fotografía de bodas no buscamos el adjetivo, sino el gesto que responde a cada frase: la cara de María cuando oye “pilar fundamental”, el hombro de Ángel cediendo un milímetro cuando escucha “siempre estaré para lo que necesites”, el brillo de Sergio al oír su nombre. Y en el vídeo de bodas, dejamos que las voces manden: entran, salen, se pisan un segundo, vuelven y ordenan la emoción sin necesidad de subrayar. En una sola frase: aquí quisimos que fotografía de bodas y vídeo de bodas fueran, simplemente, un lugar para volver a escucharlos.
Como reportaje, lo construimos desde las palabras. Por eso, en nuestra fotografía de bodas no buscamos el adjetivo, sino el gesto que responde a cada frase: la cara de María cuando oye “pilar fundamental”, el hombro de Ángel cediendo un milímetro cuando escucha “siempre estaré para lo que necesites”, el brillo de Sergio al oír su nombre. Y en el vídeo de bodas, dejamos que las voces manden: entran, salen, se pisan un segundo, vuelven y ordenan la emoción sin necesidad de subrayar. En una sola frase: aquí quisimos que fotografía de bodas y vídeo de bodas fueran, simplemente, un lugar para volver a escucharlos.
También hubo fe expresada en bendiciones que no necesitan traducción. “No nos esperemos a grandes celebraciones para decir cosas tan bonitas; en el día a día, digámonos que nos queremos”, pidió el cura antes de la bendición final, y la nave entera respondió con un murmullo de acuerdo. Es difícil filmar una frase así sin que tiemble la cámara. Merece temblar.
El baile fue corto —un minuto—, justo lo necesario para abrir la pista y soltar el cuerpo. A partir de ahí, fiesta de las que se recuerdan. Nosotros echamos a andar el photocall con impresión al momento, y cada invitado se llevó su foto como obsequio. Pequeños recuerdos que ya son parte de la historia. Al despedirnos, cayó otra vez una llovizna fina. Eran las ocho y poco. Todo había encajado.
El baile fue corto —un minuto—, justo lo necesario para abrir la pista y soltar el cuerpo. A partir de ahí, fiesta de las que se recuerdan. Nosotros echamos a andar el photocall con impresión al momento, y cada invitado se llevó su foto como obsequio. Pequeños recuerdos que ya son parte de la historia. Al despedirnos, cayó otra vez una llovizna fina. Eran las ocho y poco. Todo había encajado.
El final fue una suma de miradas cómplices. Familias mezcladas, amigos que ya son de casa, y una bodega que se volvió terraza de recuerdos. Dominio de la Vega apareció dos o tres veces más en nuestras notas, como aparece lo importante: sin forzarlo. Entendimos por qué tantos eligen masías de bodas cuando quieren sitio y verdad; aquí, todo encuentra dónde apoyarse. Y, de nuevo, lo mejor vino de los suyos: “Que lo vuestro sea para siempre y lo nuestro, siempre juntos”, dejó dicho el hermano, y la frase se quedó flotando por encima de la música.
Nos despedimos resonando sus voces, la de los hermanos, la del amigo... Por eso este texto se sostiene en ellas. Nosotros las recogimos, nada más. Lo demás —Pronovias, las flores, la música, el servicio— fue un marco honesto para una manera de quererse que prefiere la claridad a la pose. Para volver a este día cuando lo necesiten, ahí quedarán las imágenes y el vídeo.irrepetible.
Nos despedimos resonando sus voces, la de los hermanos, la del amigo... Por eso este texto se sostiene en ellas. Nosotros las recogimos, nada más. Lo demás —Pronovias, las flores, la música, el servicio— fue un marco honesto para una manera de quererse que prefiere la claridad a la pose. Para volver a este día cuando lo necesiten, ahí quedarán las imágenes y el vídeo.irrepetible.
Un abrazo,
Israel — Va de Novias
¿Te has enamorado de Dominio de la Vega?
Has visto cómo la transformamos en un escenario de película.
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¿Te imaginas tu historia contada así?
Si has sentido un nudo en la garganta, no es casualidad.
Solo hacemos 25 bodas al año porque cada historia merece toda nuestra alma. ¿Será la tuya una de ellas?